

Te regalo mis ojos, por si te cansas de mirar con los tuyos y quieres otro punto de vista. Te dedico mi risa y mi entusiasmo a cada paso, por haber querido compartir tu camino con mi desequilibrio. Te regalo mis labios, por si tienes frío y quieres besarme.
te regalo el mundo, para que las distancias sean cortas y puedas estar en Tokyo y en la Patagonia casi a la vez.
Te dedico lo que tú quieras pero, si no te importa, mis lágrimas se las doy a mi almohada. Para que no estés triste.